El orientador comunitario y su forma de intervenir
La concepción del orientador transciende a los diferentes ámbitos conocidos para perfilarse como líder comunitario en la promoción de un desarrollo endogeno a través de la participación y unión de voluntades. En nuestra aproximación teórica conjugamos las voces de los otros con nuestras propias voces, a fin de dar contextura a un tramado de ideas, sentimientos, expectativas y realidades. A partir de espacios y viviendas particulares el orientador comunitario presenta características personales y profesionales que, a la vez, plantea diferentes alternativas, para un programa de intervención comunitaria tales como: Fundamentos éticos, teóricos-filosóficos y legales, visión y misión, características y estructura.
La orientación, que en sus orígenes se enfoca a la determinación y evaluación de capacidades, o aptitudes para el desempeño de algo determinado (Gonzalez y Lessire, 2009), en la actualidad se extiende a muchas mas áreas: Profesional, Educativa, Vocacional, Familiar, Sexual, Personal, Laboral y Comunitaria.
La singularidad de la comunidad que da a lugar, a una realidad psicológica, viene a dar por el sentido de sus vínculos cotidianos revisten para el hombre real, enfatisandose el momento del sujeto, como aquel que lo protagoniza (Tovar,1994). Esos vínculos, a decir de Tovar, se contribuyen a una practica social, concretas en torno a determinadas esferas de su vida cotidiana. De hay que sus miembros comporten configuraciones subjetivas (representaciones, valores, normas, necesidades, vivencias), determinados por el sentido psicológicos que dichas relaciones y practicas cotidianas revisten para ellos.
Esta arista de la conceptualización del termino comunidad tiene diversas implicaciones teóricos, metodológicos, para las conducción y efectividad de procesos en este ámbito. La comunidad deberá de ser movilizada a participar con un papel protagonico en tareas y acciones relacionadas con sus necesidades y problemáticas reales (reconocidas o no. Es imprescindible identificar recursos y potencialidades que se encuentra en ellas, y aprovechar los sistemas de apoyo natural con que cuenta la comunidad; entendiéndose por estos; maestros, grupos de auto ayuda, lideres comunitarios, médicos de familia, trabajadores sociales, etc.
A la comunidad se le realiza un estudio orientado a determinar sus necesidades, ventajas y desventajas, fortalezas, para así, enfocar nuestro rol orientador en la comunidad. Como orientador/a, el papel a representarse es el de asesorar, diseñar y organizar, junto a los habitantes las acciones que pueden darse para mejorar dichas necesidades, ya sea, relaciones de comunidad en general, salud y asistencia al necesitado, familias disfuncionales, maltrato infantil, etc.
La programación de acciones a actividades deberá consevirse con un carácter dinámico, flexible, de manera que, durante el proceso de transformación, se pueda asimilar la incorporación de soluciones y nuevos problemas a detectar o necesidades.
El papel del orientador, en este caso, debe ser considerado desde una concepción basada en la relación sujeto-sujeto, lo cual significa como señala (Tovar,1994) “Una relación donde cada quien conserva su identidad, la cual es mediada por el coloquio en el que se involucra las partes desde sus saberes respectivos”.
Se concluye con la llamada a la participación mancomunada de orientadores de servicio, planificadores curriculares y entes gubernamentales, así como también, a los institutos superiores de formación de los profesionales de la educación educativa, en áreas de una educación transformadora y participativa basadas en las realidades emergentes de cada comunidad en particular. Cada orientador puede ser un agente de cambios positivos y significativos en su comunidad y, alcanzar así otras comunidades.
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